Muerte en la cancha 1958-1985
Editorial Nueva América, Buenos Aires, 238 pp., julio de 1986
Curiosamente es considerado un clásico en una especialidad en
que es único. Contrario sensu de los intereses habituales en el
negocio, la edición pr cticamente no fue distribuida y algunos
ejemplares se pueden encontrar actualmente, una década después,
en varios librerías de la calle Corrientes. La escasez hizo decir a los
libreros "no, ese libro está agotado, lo pide todo el mundo", y en los
depósitos de la editorial deben sobrevivir por lo menos quinientos de
los mil quinientos que fue el tiraje inicial.
Lo anterior es para apuntar que tanto el volumen como la reputación
lograda no forman parte de una solución del problema, menos que menos
siquiera una mirada superadora del mismo, sino que incluso como particularidad
están inmersos completamente en él.
El libro tuvo a bien aparecer en el interregno entre la pavorosa
campaña de la llamada Ley de la Rúa, que iba a solucionar todos
los problemas de la violencia del fútbol, y su promulgación y
reglamentación, un mes después, en tiempo récord, en una
verdadera maratón legislativa.
Originalmente se tomó ese período con el criterio nada
más que cuantitativo que había exactamene un centenar de
víctimas. Sin embargo, aunque estuvo fuera absolutamente de la voluntad
del autor, se omite el asesinato a patadas en la cabeza del referí
Agustín Basso, sucedido en el sur de Córdboa en febrero de 1972,
durante la disputa de un cuadrangular de verano por 30 mil d¢lares de entonces
entre equipos profesionales de la zona. Hecho único en la historia del
mundo, hasta sus propios colegas lo tenían invisibilizado.
Como es lógico suponer, la aparición de un material así
sacraliza ciertas actitudes y protagonistas primarios o secundarios que nunca
habían querido hablar por fin lo hicieron. Entre las fallas concretas
del libro no sólo se encuentra haber dado por un centenar exacto cuando
ya había 101 víctivmas fatales, sino que en realidad pueden ser
102, y además, a pesar de que todo el periodismo deportivo lo
sabía y prudentemente lo silenció, la Super Barra Brava para
alentar a los mundiales tuvo su debut, con un perfil muy bajo por cierto, en
la España de 1982, no en el México de 1986.
Este volumen termina con Continuará que suena a c¡nico, a humor
negro y a mal gusto. Incluso en su momento generó un intercambio de
opiniones sobre la conveniencia de semejante remate. Para completar el
centenar se toman los 70 de la masacre de la Puerta 12 (junio 1968), es decir
una treintena de muertes de a una, 32 si se toman en cuenta los involuntarios
errores cometidos. Pero el período abarcado es de un poco m s de un
cuarto de siglo y en la d‚cada que va desde la aparición de este
volumen a la actual reseña, la cantidad total de muertos en la cancha
se incrementó en un cincuenta por ciento.
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